«Un proyecto textil que busca celebrar la pausa, el error, el paso del tiempo y la reconstrucción de la comunidad».
Natalia Tannenbaum es Argentina, pero estudió en París donde vivió 15 años (ingresó a la ENSCI, École Nationale Supérieure de Création Industrielle y trabajó para Hermès) y en el 2015 se mudó a Mérida, Yucatán, donde trabaja en proyectos colaborativos, plurales y femeninos en varios puntos del territorio mexicano.
Su pasión es el textil, sobre todo su aspecto simbólico, por eso cuando en plena pandemia Andrea Cesarman directora de la Design Week México y del proyecto México Territorio Creativo, la convocó para trabajar con Niu Matat Napawika, la Red Binacional de Mujeres Artesanas de México, no lo dudó y se sumergió de lleno en un trabajo de cocreación junto a las artesanas Martidiana Méndez Jimenéz y Eustaquia Jimenéz Mendez de Chiapas.
¿El objetivo? Además de por supuesto, poder apelar a las maravillosas técnicas textiles como el bordado y a las virtuosas manos artesanas mexicanas, poder valorizar, entre otras cosas, los retazos o las prendas olvidadas que ellas bordaban.
Es que muchas artesanas, como ocurre en muchas comunidades, compartieron con Tannenbaum una de sus máximas tristezas y frustraciones: como deben desechar o descartar piezas que les llevan horas o meses de bordado porque tienen un simple defecto o simplemente no las venden.
“Así nació Chij: un proyecto textil que busca celebrar la pausa, el error, el paso del tiempo y la reconstrucción de la comunidad”, señala. Una iniciativa que apela a revalorizar el patrimonio cultural mexicano y el saber hacer de todas estas mujeres que trabajan de forma colectiva, democrática y mancomunada.
“Chij tiene un doble significado en Tzotzil: borrego y cobija. Estas piezas nos acogen, nos abrigan y nos invitan a soñar”, remata Natalia, una embanderada del textil y los hilos que tan bien dominan y sirven para empoderar a las mujeres.
Recientemente, la galería mexicana AGO Projects adquirió la primera pieza de la serie, la Chij N0001, que tiene más de 400 horas de bordado.
Espacio en Ciudad de México, en el que inaugura esta semana, más precisamente el 20 de julio, esta vez junto a otra bella propuesta del diseñador Javier Reyes, la muestra “La fibra en común”. En este casi, Natalia presentará siete piezas de tejido y bordado elaboradas en conjunto a comunidades en el sur de la República Mexicana y firmadas por cada tejedora. Diseños inspirados en los quilts Americanos del siglo XX, estas piezas son una especie de celebración a la creatividad individual por medio de la utilización de telas sueltas y patrones repetitivos que conjuntamente resultan en unos lienzos sutiles y táctiles. El intenso proceso de acolchar y unir conlleva inmensas horas de labor individual, labor que se impregna visualmente.
Natalia se inspira en el panorama textil actual de la artesanía mexicana utilizando el bordado y tejido como técnica recurrente para resaltar una labor que ha sido primordialmente realizada por mujeres. Dar voz a través del textil, su meta final, siempre.
