Un problema que crece
Según informes del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cada año alrededor de 8 millones de toneladas de plástico terminan en el mar, estimándose que para 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos, y el costo financiero del daño ambiental que este tipo de basura provocará en los ecosistemas marinos ascenderá a 12 mil millones de euros anuales.
Los datos que aporta Greenpeace son igualmente alarmantes. Los plásticos que encontramos en la superficie de los océanos son solo la punta del iceberg, ya que representan menos del 15% del total que se calcula que existe en el mar, y aunque resulte difícil de creer, se han encontrado plásticos a 10.000 metros de profundidad. Solo el 20% de los residuos encontrados en el mar proviene de la actividad marina, mientras que el 80% proviene de lo desechado en tierra.
En 2015, durante una investigación que llevó a cabo Greenpeace, se recogieron una media de 320 objetos de basura por cada 100 metros de playa muestreada en España, siendo el 75% de estos residuos objetos de plástico. Cada día, se siguen abandonando 30 millones de latas y botellas de plástico, que pasan a contaminar no solo nuestro entorno terrestre y costero, sino también el marino. Una vez en el mar, estos objetos tardarán entre décadas y cientos de años en degradarse. Si bien es difícil estimar el tiempo que tarda en biodegradarse el plástico en los océanos, se considera que es mucho más lento que en tierra. Se calcula que una botella de plástico tardará aproximadamente 500 años en descomponerse, unos cubiertos 400, un vaso entre 65 y 75, mientras que una bolsa de mercado aproximadamente 55 años.
En la actualidad, se estima que solo el 9% de todo el plástico que hemos producido y consumido a nivel mundial se ha llegado a reciclar. Es importante darnos cuenta de la urgente necesidad de tomar acciones, aunque sean pequeñas y locales. Como propone John Thackara, en su libro Cómo prosperar en la economía sostenible, es inminente un cambio de paradigma, para pasar “de hacer menos daño, a dejar las cosas mejor de lo que están”.
Diseño en acción
Resulta interesante el proyecto en el que se ha involucrado IKEA colaborando con Seaqual, una iniciativa que trabaja rescatando los plásticos del mar para crear productos reciclados de alta calidad, en la que participan pescadores, comunidades y otras entidades, para recoger basura marina y empezar a actuar sobre este preocupante problema.
En octubre de 2018, IKEA se incorporó como miembro de NextWave, una iniciativa en la que participan empresas privadas, científicos y distintas ONG con el propósito de integrar el plástico recuperado en los productos de uso prolongado. Musselblomma es el primer caso —afirman en IKEA— en utilizar el plástico del océano y transformarlo en materia prima para el futuro. Se trata de una colección de productos compuesta por bolso, fundas de cojines y mantel, que han sido elaborados con un tejido de poliéster 100% reciclado. Este tejido resulta de los residuos de plástico PET atrapados en las redes en el mar Mediterráneo y recolectados por pescadores españoles. Han colaborado en este proyecto más de 400 barcos y 1500 pescadores. Una vez en el puerto, el plástico se introduce en contenedores, se limpia, se clasifica, se recicla de manera mecánica y, junto con botellas de PET recicladas, se transforma en hilos y tejidos. Toda la cadena de suministro de los productos se localiza en España, en fábricas de Alicante y Valencia.
El diseño de los textiles de la colección Musselblomma ha estado a cargo de la diseñadora Inma Bermúdez, quien ha buscado inspiración en los mismos océanos, trabajando con un patrón sencillo, geométrico y minimalista, y con una gama de colores fresca, moderna y elegante.
«Estoy muy contenta y orgullosa de poder formar parte de este proyecto. Queremos ayudar a que las personas sean más conscientes sobre el problema de la gran cantidad de residuos plásticos de nuestros océanos. Es una obligación de todos ser responsables cada día», expresa Inma Bermúdez.
Y sobre el desarrollo del diseño de los textiles, comenta: «Hemos creado un patrón sencillo y moderno con círculos, cuadrados y triángulos combinados con una forma que recuerda a un pez. Los colores de la colección están tomados del mar: diferentes verdes y turquesas combinados con coral, que aportan luz y felicidad al diseño».
Musselblomma es una edición limitada que ya está disponible en tiendas. Los productos de esta colección tienen margen cero, ya que IKEA no percibe ganancias monetarias con su venta, y confían lograr beneficios para nuestro ecosistema y la comunidad.
Más proyectos, más compromiso
Otro de los proyectos a futuro, nos cuentan desde la compañía sueca, es la unión con la Liga Mundial de Surf (WSL). Mediante esta colaboración, IKEA y WSL trabajarán juntos para aumentar la concienciación sobre el cambio climático e inspirar medidas para reducir la contaminación por plástico en los océanos, a la vez que colaborarán en el diseño de una colección de productos centrados en el surf, utilizando plásticos procedentes del océano.
Estaremos atentos a los próximos pasos, convencidos de que el diseño, centrado en el cuidado medioambiental y con una perspectiva sostenible, no es un proyecto a futuro. Es nuestro necesario y urgente presente.