Durr es un reloj diseñado y autoproducido por Skrekkøgle que llama la atención sobre la percepción subjetiva del paso del tiempo. Disponible en cinco colores, consiste en un disco sólido provisto de una correa, que no muestra ni las horas ni el trayecto de una aguja. Simplemente, cada cinco minutos, vibra.
Relojes Durr, Skrekkøgle, 2014.
Diseñado y autoproducido por Theo Tveterås y Lars Marcus Vedeler, el dúo noruego que trabaja bajo el nombre de Skrekkøgle, Durr es un reloj de pulsera absolutamente plano, sin pantalla, manecillas ni números. Tan sólo un pequeño botón lateral y una sencilla correa ajustable aportan significantes a una pieza que, a primera vista, no es mas que una esfera coloreada. Reloj Durr "salmón cocido", Skrekkøgle, 2014.
Sin embargo, Durr no es un reloj convencional que mide el tiempo de forma lineal y en unidades estándar (segundos, horas o minutos). Durr no indica qué hora es. Tan sólo vibra cada cinco minutos exactos. Como si de un metrónomo se tratase, fragmenta el día en lapsos de cinco minutos que permiten experimentar la duración y el valor subjetivo del tiempo. ”Nuestra capacidad para estimar con exactitud la duración del tiempo depende de una gama de factores. Con Durr te das cuenta de cómo tu cerebro altera la longitud de un trayecto de autobús, con qué rapidez terminas una cerveza, cómo vuela el tiempo cuando estás disfrutando o cómo se alarga cuando estás esperando en la cola de Correos”, explican los diseñadores. Reloj Durr "banana", Skrekkøgle, 2014.
Durr surgió después de que Tveterås y Vedeler se dieran cuenta de lo rápido que se les pasaba el día cuando estaban trabajando en el estudio: “al principio, cuando se nos ocurrió esta idea, decidimos llevarla a la práctica por diversión, para comprobar por nosotros mismos cómo experimentábamos el tiempo en diferentes situaciones".
Reloj Durr, trasera. Skrekkøgle, 2014.
Rescataron un viejo Arduino que tenían guardado (una plataforma de hardware libre diseñada para facilitar el uso de la electrónica en proyectos multidisciplinares) y crearon un motor de vibración sencillo que se ponía en marcha cada cinco minutos. "Era un prototipo rápido y descuidado que habíamos hecho en media hora, pero nos quedamos muy sorprendidos y emocionados al comprobar cómo el tiempo se hacía tangible. Al día siguiente, comenzamos a leer más sobre la percepción del tiempo. Hay un montón de cosas interesantes para leer, pero nos pareció más útil poderlo entender por nosotros mismos, con el uso del dispositivo". Una vez desarrollado y perfeccionado el hardware, ambos diseñadores lo estuvieron usando durante seis meses, antes de producirlo y ponerlo a la venta.
Reloj Durr, materiales. Skrekkøgle, 2014.
Respecto a que la vibración se produzca cada cinco minutos, los diseñadores aseguran que es a partir de ese lapso cuando se puede empezar a sentir cómo se pierde la noción del tiempo. “Probamos todo entre dos y quince minutos, y, o era demasiado largo o demasiado corto. Cinco minutos es perfecto para su propósito. La vibración repetitiva del reloj no ha sido diseñada para distraer o interrumpir, sino para actuar como un recordatorio apacible y alertar al usuario sobre tiempo y sobre cómo lo gasta en acciones específicas o en diferentes actividades".
Reloj Durr, proceso de fabricación. Skrekkøgle, 2014.
Durr resulta todavía más interesante si su usuario forma parte de una sociedad que se encuentre inmersa en la era digital. El reloj, cuyo diámetro es de 39 mm y su espesor de 9,5 mm, es sólo ON/OFF, no es programable y no se puede ajustar el tiempo entre las vibraciones. Su diseño es la antítesis de los smartphones multiuso. Su programación es simple y se mantiene fiel a la esencia del concepto original. “Nos gusta la idea de que los objetos sean de un solo uso”, explica Tveterås, “tienen un propósito más específico, más tranquilo que, por ejemplo, un teléfono inteligente o un smartwatch".
Reloj Durr, carcasa. Skrekkøgle, 2014.
Cada una de las cincuenta unidades que Tveterås y Vedeler han lanzado al mercado han sido fabricadas completamente a mano por ellos mismos. Con una batería remplazable que dura hasta dos meses, el chasis y los mecanismos de sujeción se han sintetizado en poliamida teñida a mano. Las correas, de cuero vegetal noruego, las han cortado con láser, y han programado y soldado a mano todos los componentes electrónicos, compatibles, por cierto, con la directiva RoHS. "Contamos con varios cientos de iteraciones de la carcasa. Pero, sobre todo, utilizamos nuestra impresora 3D Makerbot para obtener cálculos aproximados sobre la altura y el diámetro. Probamos, también, unos cuantos moldes diferentes para contrastar la estabilidad y materialidad, antes de pedir muestras concretas a Shapeways. Cuando, por fin, dimos con las dimensiones idóneas, decidimos producir cincuenta piezas para comprobar si existía un mercado."
Reloj Durr, correas. Skrekkøgle, 2014.
"En cada paso del camino hemos encontrado problemas. Cada artículo que lees sobre autoproducción advierte de que no puedes subestimar la cantidad de tiempo que utilizarás en la fabricación. Nuestro caso no fue la excepción. Hemos tenido que pegar uno a uno un pequeño añadido a cada botón debido a una alineación incorrecta, hemos teñido cada muestra una docena de veces hasta dar con el tono correcto y hemos calibrado cada IC, debido a una inconsistencia del circuito temporizador…”, explican los diseñadores.
Reloj Durr, envase. Skrekkøgle, 2014.
La tirada inicial de diez piezas de cada uno de los cinco colores, cincuenta en total, está a la venta por 90 € en Skrekstore, la tienda online que comercializa los productos diseñados y autoproducidos por el estudio noruego.