Danielle es una persona exquisita que básicamente, desde sus múltiples oficios y saberes –estudió diseño industrial, literatura, fotografía y joyería- embellece todo lo que toca. Seguramente mucho tiene que ver, haber nacido en una casa donde se respiraba diseño (su mamá es la famosa diseñadora de moda colombiana Olga Piedrahita), pero por supuesto su personal inclinación por abordar con sensibilidad estética y profundidad conceptual cada uno de sus proyectos.
Numerosas iniciativas de moda de la mano de su madre (absolutamente bella la colección y la exhibición que acompañó el lanzamiento de textiles para la empresa Lafayette inspiradas en Gabriel García Márquez), potentes trabajos de fotografía en colaboración con el fotógrafo Ruven Afanador retratando a icónicos talentos musicales colombianos como Carlos Vives y Aterciopelados y tantos otros de producción y dirección de arte para empresas como los que hizo junto a la emblemática Artesanías de Colombia.
Pero lo que nos atrae a ella por la fascinación que generan, es una particular colección de piezas de joyería contemporánea que viene co-creando hace un tiempo con artesanos de su tierra. Los más bellos animales –libélulas, cigarras, búhos, mariposas, llamas, ranas- donde explora diversas técnicas artesanales como ella misma explica para que “el cliente mire bien, ojalá dos veces, que cada pieza tiene más de una historia para contar; historias de país y raíz que aportan al concepto GLOCAL (Global+ local).
“La columna vertebral de este proyecto es el tejido. Jorge Williams teje hoja de coco. La historia es un tejido de talentos y tejido social y yo me encargo de tejer la historia”, detalla en un hermoso video. A Jorge lo conoció una mañana en un parque de Bogotá y le fascinó la idea de utilizar su técnica desde el diseño y evolucionar los animales que hacían parte de su imaginario infantil en algo más sofisticado. Hojas de palma que luego otro artesano, esta vez orfebre, William Castañeda, baña primero en bronce y luego en oro 24K o plata. Una bellísima manera de, en un mismo acto, renovar y a la vez hacer perdurar los oficios y la artesanía típica colombiana.
