Kenia, Uganda, Mali, México, Nairobi… El proyecto Obakki en relación directa con la fundación que provee entre otras cosas educación, salud y agua potable a numerosas comunidades regaladas de todo el mundo, involucra cientos de organizaciones y personas de más de 50 países, pero empezó, como muchas, con una historia personal. La de su fundadora, Treana Peake y su voluntad y consciencia desde muy joven de devolver lo recibido.
Con ella hablamos de forma exclusiva para Experimenta, desde su Canadá natal, y ya en los primeros intercambios de la entrevista nos compartió de donde nace esa misión personal: “Vengo de una familia de bajos recursos y todas las navidades recibíamos un sobre con dinero sin remitente alguno que hacía la diferencia para nosotros ayudando mucho a mis abuelos y a mi mamá. Esa ayuda comprometida, sostenida en el tiempo pero desinteresada, marcó mi vida para siempre. Por eso desde niña está en mi ese afán de devolver lo recibido».
Es así como Treana lleva más de 30 años trabajando en desarrollo internacional (sólo con los 4.000 pozos de agua perforados, ha ayudado a más de 4 millones de personas transformando vidas en zonas vulnerables) utilizando a la artesanía y al diseño como un puente, una herramienta, de cambio social.
Mucho, de nuevo, se puede decir de sus colecciones, a cual más bella. Los virtuosos artesanos que convocan trabajan magistralmente todo tipo de fibras naturales, barro, textiles, madera. Siempre de forma manual y respetuosa de los recursos naturales de su entorno. Eso esta a la vista. Lo que quedá en bambalinas es lo que quisimos preguntar:
¿Cuál es la clave del trabajo desde el diseño? “Nunca viajo a una comunidad a pedir que me hagan algo. Más en sitios donde ciertos objetos son un lujo y donde todo se fabrica con una utilidad. Más vale disfruto, paso tiempo, me sumerjo en la cultura y su realidad. Nuestros artesanos asociados forman parte de nuestra extensa familia global. Estamos en contacto de forma regular y su calidad de vida -y su capacidad para mantenerse a sí mismos y a sus comunidades- será siempre nuestra máxima prioridad como empresa. Su felicidad, su salud y su independencia económica nos importan. Al respetar la creatividad y la técnica de cada cual, ayudamos a dar a las comunidades un mayor sentimiento de independencia y orgullo cultural. Por otra parte, creemos en el diseño lento. Nos hemos puesto en contacto con grupos de artesanos de todo el mundo para preservar y honrar la artesanía tradicional, y nos encanta la idea de los artículos para el hogar de edición limitada y pequeña tirada que pueden admirarse durante mucho tiempo y llenen de magia esos hogares“, detalla.
¿Cuál es entonces la clave de este tipo de trabajo social? “Saber escuchar. Yo sólo hago preguntas. Ellos tienen todas las respuestas. Los mejores planes de negocios. Nosotros simplemente tratamos de vehiculizar las herramientas. Oportunizar“, relata y si a uno le quedan dudas, basta verla con un anotador en cada una de las imágenes de su paso por las distintas comunidades.
¿La llama no se apaga? “Nunca, siempre hay nuevos desafíos por encarar y gente maravillosa por encontrar como ahora que estamos trabajando de forma muy intensa con mujeres tejedoras de Queretaro, en México, que quieren preservar la técnica de sus antepasados y que fue el trabajo que se que te impactó en la feria ICFF. Creo fundamentalmente en el ser humano y en esos encuentros que cambian vidas. Y por supuesto en el compromiso y la continuidad. Porque las cosas cambian continuamente y ahí hay que estar para adaptarse y continuar“, aclara.
¿Una preocupación futura? “Ya muchos, por suerte, hablan de sustentabilidad pero no se trata sólo de la ambiental, sino fundamentalmente de la social. Lo importante son siempre las personas que están detrás”, remata.
