Mara Zukermann, sigue escribiendo su capítulo en la historia del diseño argentino con su arte portante.
Hace un tiempo se empezó a usar este término –arte portante- para definir al segmento de accesorios que edificaban su trayectoria entre la joyería contemporánea y el arte.
Hasta hace poco y durante más de 20 años, Mara fue parte de un trío argentino emblemático de virtuosas diseñadoras –Leticia Churba perteneciente a una estirpe de profesionales del mundo del proyecto (desde su padre León a su hermano Federico y su primo Martín, entre otros) y Débora Hirsch (ahora radicada en Israel) que irrumpieron en la escena allá por la crisis el 2001 descollando cada una de sus colecciones con una original mecánica de trabajo y su luego, celebrada y admirada, continuidad en el tiempo (algo difícil de sostener). No sólo por un talento que siempre se incrementaba, sino por la constancia en apostar a emprender y hasta exportar (vendieron en las más importantes tiendas de museos del mundo como el Moma de Nueva York) su trabajo en un país con una y mil vicisitudes socioeconómicas. Se trata de las Perfectos Dragones ya que su showroom y taller quedaba en una calle del bajo Belgrano, con ese nombre (Dragones), que sorprendían temporada a temporada con una colección de collares, prendedores, carteras y anillos uno más innovador que otro. Jugando con todo tipo de experimentaciones en materiales traídos de otras industrias a su alcance (elementos de ferretería, aluminio, caucho, acrílico, todo tipo de hilos plásticos), que de eso se trata ser un buen profesional al Sur, pura resiliencia e ingenio, con lo que se tiene a mano.
Desde el año pasado, Mara, diseñadora de indumentaria por la Universidad de Buenos Aires, está emprendiendo su propio camino. Se dio el gusto de seguir formándose e incursionar en el segmento calzado pero de un modo, nuevamente, totalmente original y artesanal. “Di con artesanos zapateros de la vieja escuela, esos que llevan el oficio en la sangre, y con su ayuda me animo a innovar” , adelanta desde su nuevo showroom también en el barrio de Belgrano. En líneas que por supuesto tienen su sello personal, ya que en todas se lee su pasado en el mundo de la joyería contemporánea y en el universo textil. Tramas y más tramas.
Hoy, lo nuevo, tiene mucho de esas líneas, hilos, cintas, sogas, cuerdas, que ella entreteje de manera magistral para crear nuevas piezas en un segmento que uno lo ha visto casi todo. Así los nuevos zapatos, mocasines y zapatillas en cien por ciento cuero tienen cuerdas y cordones que danzan en cada capellada.
Con un dólar (la moneda que rige el país) en continua escalada, Mara sigue haciendo malabares para llevar adelante su nueva marca. “Pero te juro que no me quejo. Si bien es difícil, todo lo compensa una vez más una clientela siempre ávida por piezas genuinas y atemporales, que no sigan las tendencias sino la propia propuesta. Y por el trabajo codo a codo con manos artesanas que imprimen su espíritu en cada objeto. Mi meta desde el inicio de mi carrera sigue siendo esa. Una propuesta que nazca de mis inquietudes e imaginario y el rescate de oficios que hacen también a nuestra identidad y que se están perdiendo”, remata.