Materializar pensamientos de la forma más bella
Amor a primera vista por su trabajo. Será porque mis pensamientos saliendo de mi cabeza que nunca paran son como los que ella materializa en lanas, fieltros y telas usando diversas técnicas, desde ganchillo, tejido a bordado.
Luego, entrevistarla de primera mano desde su casa/taller/editorial e imprenta de libros de arte en Augouleme, fue confirmar ese amor con contundencia por el origen de las piezas, ideas, proceso y además tributo, ya que con ellas honra el don que recibió de sus abuelas.
Hablamos de la exquisita artesana y artista francesa Severine Gallardo, creadora de tocados, máscaras y, actualmente, todo tipo de armaduras blandas. Esculturas en tela que cuentan, encantan, florecen, embellecen.
La historia es un poco así. Estudió artes en Francia que según ella suele ser un ambiente bastante snob y plagado de prejuicios, pero cuando volvía a su casa, como hobby sentada en el sofá, se dedicaba a coser, bordar, construir estas piezas textiles. Básicamente: “Siguiendo sus manos. Casi sin pensar. Haciendo lo que ellas quisieran”. Como adelantáramos, heredó el trabajo manual de sus abuelas, que en los días lluviosos de las vacaciones, le habilitaron hilos y lanas para que se entretuviera sin saber la Epifanía que esta sería para su vida. Además, de una de ellas que vivió en África, heredó el amor por otras culturas. “Amaba pasar tiempo juntas. Pintar, cocinar, y disfrutar de las cosas simples y bellas de la vida”.
Luego, nos cuenta: “Viví unos años en Leipzig, Alemania, porque me enamoré de un alemán, pero al tiempo necesité volver a mi lugar en el mundo para re-conectar con mi hacer. Conocí a mi actual pareja, el escritor y editor Franck Guyon, con el que montamos la editorial que es de lo que vivimos, Marguerite Waknine. Y debo decir que fue el tiempo del Covid quien de alguna manera hizo más visible mi trabajo, no sólo porque me aboqué mucho a él, sino porque, entre otras cosas, me publicaron “Fiber Art Fiber”, una especie de directorio referente de arte textil y se produjo como una explosión. Recibí cientos de mensajes y consultas en un día. Algo muy lindo”, cuenta.
Volviendo a su proceso creativo y productivo, amante también de la arquitectura, cuenta que sus piezas, de alguna manera se van construyendo de ese manera, pilar a pilar, ladrillo a ladrillo, piso a piso, sobre todo los tocados. “Cuando empiezo un proyecto, generalmente sentada a la tarde en el sofá, luego de la jornada laboral, con mi esposo e hijos cerca haciendo sus cosas o mirando televisión, me siento en paz. Entro en ese estado donde me escondo del mundo y soy totalmente feliz. Es así que nunca pienso o especulo. Me dejo llevar. Lo hago por mí misma y por la alegría que me produce. Luego me sorprende la gente hermosa que conozco que conecto en el camino. Todo de un modo orgánico. Genuino. Sin buscarlo. Creo que eso es lo más lindo que tiene mi trabajo”, remata.