Hacia la industrialización de las IA
La división de diseño de Naver, el gigante tecnológico surcoreano, presenta Clova, una luminaria de escritorio para niños que es capaz de leer un libro y reproducirlo en voz alta.
Su simpleza formal, gestada a partir de volúmenes geométricos básicos, contrasta con su complejo interior. Clova cuenta con una cámara de alta resolución (con OCR = reconocimiento óptico de caracteres) ubicada en centro de la cara inferior de la pantalla, una diáfana semiesfera desde la que se desprende un fino cuerpo en forma de ele. La robusta base, donde se aloja el altavoz principal y el «cerebro», mantiene el diámetro y proporciones del conjunto para conseguir una simetría agradable a los ojos.
Aunque llamar «cerebro» a un compendio de algoritmos y piezas electrónicas es completamente errado, lo cierto es que algunas de las funciones extra de Clova bien merecen la hipérbole. Además de luz (con regulador de intensidad ambiental automático) y el paseo por las páginas de un buen libro, Clova es capaz de interactuar con sus jóvenes usuarios, desde explicar el significado de algunas palabras o frases, hasta describir imágenes, referencias o metáforas. Brillante. Para cerrar: su batería recargable aporta movilidad y si bien la base (en el sobre y el flanco derecho) está provista de controles táctiles, Clova funciona —como era de esperarse— con comandos de voz.