Con un puñado de piezas
Una de las características más llamativas de las soluciones ingeniosas es su aparente simplicidad. Casi por norma nos cuesta creer que no se le haya ocurrido a nadie antes y, muy a menudo en arrebatos de sana envidia, solemos preguntarnos ¿por qué no se nos habrá ocurrido a nosotros? Más allá del colorido folclore que rodea el universo de las buenas ideas, lo cierto es que siempre son bienvenidas, nos inspiran y aprendemos de ellas. Este es el caso de Sandwich, un banco crossover cuya logrado diseño le permite, además de un impecable montado y desmontado, funcionar sin problemas tanto en espacios privados —con necesidades estéticas puntuales—, como en públicos, donde aspectos como fortaleza o funcionalidad tienen una mayor prioridad.
Obra del experimentado diseñador portugués Gonçalo Campos, Sandwich se muestra de primeras como un volumen sencillo, rozando lo aburrido pero, como suele pasar con las genialidades, sus secretos se ocultan siempre a simple vista. Más allá de sus líneas, texturas y colores, la clave de Sandwich está es su arquitectura. Los cinco flejes de madera solida del asiento cogen forma gracias a un puñado de piezas de metal que además de solucionar las cuatro patas, consiguen cohesionar conceptual y fisicamente el conjunto.
La nota final se la lleva su alto rendimiento de almacenamiento y transporte. Al resolverse todo con componentes planos, los Sandwich pueden apilarse casi indefinidamente. Hoy en día, una prestación muy solicitada en los briefing más exigentes.