Un viaje a través del color, las formas primitivas, las marcas y los rastros
Cada vez son más, los diseñadores que abrazan las técnicas milenarias para producir piezas contemporáneas. Y a la vez, y esto es sin dudas lo más importante, plasmar en ellas parte del enorme acervo inmaterial de su origen, su lugar.
Tal el caso de la ecuatoriana Pamela Abad, quien en la actualidad, de forma autodidacta, y en un telar de pedal de los años 30, teje en Londres, piezas en lana de oveja, que concibe como talismán.
“Aunque utilizo distintas técnicas y enfoques, el tejido sigue siendo el núcleo de mi práctica y su manifestación más abstracta. A través del color, las formas primitivas, las marcas y los rastros, reflexiono sobre mi identidad, mi pasado y mi memoria. Por otro lado, con mis piezas bordadas, busco reconocer los elementos poéticos y simbólicos que surgen de las experiencias cotidianas, creando conexiones entre lo pequeño y personal con lo grandioso y celestial. El núcleo de mi práctica resulta de mi fascinación por la creencia primitiva en la que un objeto puede poseer poderes sobrenaturales: el objeto amuleto. Esta relación entre objeto y poder informa gran parte de mi trabajo: tejo mis propios amuletos para navegar las incertidumbres de un mundo caótico, utilizando la tela como un resguardo”, detalla.
Abad, se mudó a Londres permanentemente hace un año. Del 2014 al 2017 estudió fotografía en la Universidad de Artes y luego regresó a Ecuador por seis años. Siempre con la intención de regresar. Fue durante ese tiempo de espera en su país de origen, empezó a trabajar en el telar.
“Mi práctica gira en torno a la exploración del simbolismo y la superstición. Esta exploración toma diferentes formas, tanto textiles como fotográficas: desde líneas y formas sencillas tejidas con lana y algodón, hasta telas bordadas llenas de iconografía y texto, así como fotografía y animación”, remata, sobre piezas sumamente coloridas y contemporáneas.