La importancia de volver a donde todo comienza: los talleres
En estas páginas, o mejor dicho ciberespacio, solemos dar cuenta sobre todo del futuro o del presente. Pero que importante es también volver a donde todo comienza: los talleres. El sitio por excelencia de los rituales, los procesos. El germen de una idea, de un proyecto.
Con la excusa de la entrega de premios e inauguración de la exhibición “Dare to Design” (“Atrevete a diseñar”) de los German Design Graduates (Graduados alemanes en Diseño) en el Museo de Artes y Oficios, el Museum für Kunst und Gewerbe de Hamburgo, nos escapamos a visitar un taller histórico y emblemático de la zona. Por su concepción: fue construido de piso a techo con descartes de otras viviendas y hasta embarcaciones. Y por sus protagonistas: cuatro diseñadores/restauradores/artesanos en madera. Entre ellos, la alemana Hendrike Farenholtz, más de cuarenta años honrando el oficio de la madera.
Es que Hendrika, nacida en 1956 en Hamburgo, con estudio en etnología, geografía e historia del arte en la Universidad Albert Ludwig de Friburgo, beca en Sarawak, Malasia y años de oficial de carpintería en Inglaterra de la mano de Andrew Kindler y Sir Terence Conran, lleva desde 1989 gestionando su propio taller donde hace artesanalmente bellísimos muebles – desde escritorios, bibliotecas, bancos y mesas, muchos de ellos con ingeniosas y bellas soluciones funcionales como armarios donde las cajoneras ofician de escalera. Y también mobiliario y objetos por encargo como el banco para el Josef Albers Museum, entre muchísimos otros. Piezas que ya forman parte de colecciones de prestigiosos museos como el Grassi Museum de Leipzig y obviamente el del Hamburgo, entre otros.
Perteneciente a una generación de profesionales, para los que el taller, termina siendo casi su vivienda, tuvimos el lujo de que nos mostrara cada parte de su casa, oficio, herramientas, con la vitalidad de las personas sin edad. Esas abocadas a su don, su tarea.
