Alta tecnología y fascinación por el telar manual
La pasión creativa de la talentosa diseñadora canaria, Helena Rohner —la elaboración de joyas—, se ha expandido con el paso del tiempo hacia el diseño de objetos para el hogar… Y las alfombras no son una excepción. Ahora, con la colección Weave, en colaboración con GAN y sus artesanos en la India, Rohner materializa un concepto creativo abierto y arriesgado con la lana y el color como protagonistas.
El resultado es un objeto de diseño y artesanía contemporánea en el que caben tanto la matemática pura como la magia de los juegos de luz, y que conecta la visión y el corazón de Rohner con la mirada y las manos de los artesanos que lo elaboran.
“En el diseño, es importante escuchar, no sólo el material, sino también acompañar a las manos que hacen la pieza. El arte, al fin y al cabo, está en la mirada de cada persona”, comenta Rohner y agrega: «La principal inspiración en Weave es poner en valor los diferentes tipos de secuencias matemáticas que se pueden llevar a cabo en un telar manual a través de un sugerente collage de texturas y dibujos geométricos de colores encontrados».
Efectivamente, las formas y colores de las alfombras de la colección se acomodan en la urdimbre como si se tratara de una obra de arte abstracto. Pero conviene examinar cada pieza de cerca para descubrir que la trama en determinados momentos varía, incluso dentro de un mismo bloque de color. Esto modifica su textura, aportando distintas profundidades a los colores, un efecto que difícilmente se puede conseguir con otros soportes.
Según comentan desde GAN, su creadora ideó inicialmente cada color y trama para ser confeccionados por separado, ensamblándose después en una suerte de patchwork. Los jefes artesanos de GAN por su parte, se encargaron de ejecutar toda la composición en una sola pieza, una pequeña muestra de sus numerosas maestrías y pericias.
La serie se presenta en dos variantes, Blue y Orange, en tonos vibrantes y empolvados. En palabras de la diseñadora: “Me obsesiona el color caldera para decorar y, en mezcla con el rosa, se convierte en positivo y vibrante: pura vida, terrenal, alegre y estable. Esta sería la variante cálida. La variante más fría lleva mi color agua, tan recurrente, combinado con un azulón limpio: aquí está el mar, el cielo, el frescor, la calma. Las alfombras se adaptan al espacio sin sobrecogerlo. Funcionan como cuadros de arte en el suelo, aportando luz y calidez».