El baile es escultura en movimiento. Es una forma de expresar nuestros sentimientos y emociones a través de gestos que necesitan de un aprendizaje concienzudo y disciplinado. Anzas Entertainment quiere convertir una de las esquinas del Tianhai Bussines Building, una torre de oficinas en el centro de Pekín, en un reducto para reencontrarse a uno mismo y encomienda la tarea a Yoshimasa Tsutsumi.
Interior del estudio. Anzas Dance Studio. Tsutsumi and Associates, 2011.
El arquitecto entiende que el elemento imprescindible de un estudio de danza es el suelo. El dominio del contacto con él determinará el comportamiento del resto del cuerpo. Por eso imagina un espacio envuelto en una densa niebla, donde los límites queden desdibujados: las paredes se recubren de espejos, que extienden la visión hasta el infinito y el techo se pinta de blanco. En la parte superior de las paredes se colocan piezas cerámicas del mismo color, que se disuelven según se extienden hacia el suelo de madera, que adquiere así protagonismo por el notable contraste.
Interior del estudio. Anzas Dance Studio. Tsutsumi and Associates, 2011.
Al entrar al estudio, el bailarín se envuelve en innumerables partículas blancas. El suelo se escapa de los límites visibles, y el sentido de la profundidad se pierde. En ese momento, la predisposición a encontrarse con una habitación fría, impersonal, muta en una experiencia espacial excepcional.
Planta. Anzas Dance Studio. Tsutsumi and Associates, 2011.
Sección. Anzas Dance Studio. Tsutsumi and Associates, 2011.
Diseño: Yoshimasa Tsutsumi
Diseño de iluminación: Masahide Kakudate Lighting Architect & Associates.
Fotografías: Misae Hiromatsu.