Interiorismo en Poblenou
El equipo multidisciplinar de Lagranja design es responsable del proyecto de interiorismo de la nueva sede de Typeform, en el barrio barcelonés de Poblenou. Un local grande, pero al mismo tiempo acogedor y confortable, perfecto para alojar una pequeña comunidad compuesta por una familia de talento internacional, donde los diseñadores han creado un espacio a medida para una empresa cuyo ADN dista mucho del de cualquier oficina convencional.
El rápido crecimiento de Typeform, la start-up barcelonesa que está revolucionando el mundo de las encuestas en internet, hacía necesaria una nueva ubicación en la ciudad condal. “Se trataba de crear un espacio flexible, donde todo estuviera enfocado al bienestar del empleado”, explican desde Lagranja. El local, con una superficie de 2.000 m2 distribuidos en dos plantas, una terraza y un sótano, fue concebido originalmente como un gimnasio que nunca llegó a existir y estuvo ocupado hasta ahora por una oficina, demasiado cerrada y con detalles más propios de un centro deportivo que de un espacio de trabajo, con lucernarios sobre la que iba a ser la piscina, techos de gran altura y muchas rampas de conexión. Gracias a la actuación de Lagranja, este lugar se ha transformado en un lugar flexible y cálido donde apetece trabajar.
810 plantas
Una de las claves no visibles del proyecto fue orientar el trabajo en continua colaboración con el cliente. “Nos preocupaba que este espacio, con una entrada de luz muy grande, pero a la vez en un interior de manzana, no proporcionara el bienestar que se buscaba”, cuentan los diseñadores, que señalan cómo en uno de esos encuentros surgió el nombre de Kamal Meattle, investigador y activista medioambiental hindú. Para Meattle, la presencia de plantas genera felicidad, y advirtieron que este concepto solucionaba el problema del espacio y al mismo tiempo respondía al objetivo de los fundadores de crear un lugar cómodo y saludable para sus empleados. El equipo de Lagranja decidió llevar al extremo la idea y colocó en el local 810 plantas colgadas de estanterías de hierro negro, como, por ejemplo, las suspendidas sobre la barra de recepción, que sin teléfonos queda desprovista de su función habitual para convertirse en un bar donde los trabajadores pueden reunirse a tomar algo. “Respetar el tamaño y disposición de los equipos de trabajo fue otro condicionante importante, tanto en la distribución como en el diseño de un mobiliario específico”, explica el grupo de diseñadores, que ha creado espacios para todos los gustos: desde salas de reunión al uso o zonas para reunirse de pie a salas de estar que pueden usarse para trabajar, u otras más silenciosas para los que necesiten más concentración. Uno de los elementos más característicos del espacio original, las antiguas rampas, se ha aprovechado para alojar un bulevar de vegetación, con pavimentos de madera a distintas alturas, que ordenan la circulación y ofrecen rincones donde relajarse o seguir trabajando, y estanterías metálicas que no sólo permiten colgar plantas, sino que funcionan además como elementos separadores de las principales salas de trabajo.
Un ágora y más
La gran superficie y lo ajustado de los plazos y el presupuesto hizo que se optase por recursos asequibles como la madera de pino, los colores vivos y las cortinas, que funcionan como separadores de espacios, elementos de absorción acústica e incluso como parte de la iluminación. Una gran lámpara de 18 metros de largo, con la función añadida de adaptarse a la escala y hacerla más humana, preside la sala de trabajo de mayor tamaño, pintada en azul claro para generar una mayor sensación de comodidad. “Esa zona tenía un techo extremadamente alto y se corría el riesgo de que los empleados se sintiesen empequeñecidos, perdidos en la sala”, explican desde Lagranja. Oculta tras un gran plano de cortinas rojas, el ágora es otro de los protagonistas de la intervención. “En un entorno donde son tan importantes las sinergías, era esencial repensar la idea de auditorio y motivar un mayor grado de participación”, señalan los diseñadores, que han creado un espacio escalonado en semicírculo, perfecto para hacer presentaciones o reunirse a compartir. El nivel superior se prolonga en una cocina abierta, con una gran lámpara con forma de nube que simboliza las bases sobre la que se sustenta la start-up: relaciones, sinergias y trabajo en red. Como en todos los proyectos del estudio barcelonés, la mayor parte del mobiliario ha sido diseñado de forma específica para este espacio con el propósito de dar respuesta a las necesidades funcionales de distribución e iluminación y también con la idea de aportar piezas icónicas que hagan de este lugar una experiencia única.
NOTA: Microcosmos vegetal de Lagranja para Typeform, es un artículo escrito por Laura Novo Muñoz publicado en el número 73 de Experimenta. Puedes conseguir este número y muchos más en nuestra tienda online