Los colores y la luz de las calas de Mallorca
El estudio de arquitectura e interiorismo Ilmiodesign es el responsable del diseño del restaurante Baiben, que situado en el paseo principal de Puerto Portals, una de las zonas más exclusivas de Mallorca, goza de inmejorables vistas sobre el puerto. Dirigido por el prestigioso cocinero, dos veces Estrella Michelin y propietario del restaurante Zaranda, también en Mallorca, Fernando P. Arellano, el nuevo local articula sus 700 m2 en dos grandes espacios: una zona cubierta que se abre al puerto en forma de mirador y otra exterior, a modo de terraza. Un espacio para el que Andrea Spada y Michele Corbani se han inspirado en los colores y la luz de las calas de Mallorca, sus fondos marinos y los seres vivos que las habitan, tanto para el diseño de las vidrieras, que elaboradas artesanalmente para separar espacios en colores –ámbar y turquesa– recuerdan la fusión entre arena y mar, las bóvedas pobladas de bancos de peces y corales, o el original diseño del suelo, que de tarima maciza de madera y posteriormente pintado en gris y blanco reproduce la forma de las olas rompiendo contra la arena. Sin olvidar la iluminación, que de la mano de Viabizzuno (excepto en los baños, donde se ha optado por la marca Vesoi) introduce un color rojizo, propio del atardecer, que genera una sensación acogedora y cálida en el visitante, y el cobre, cuyo color y textura resultan perfectos para recrear la puesta de sol. «El cobre es un material estupendo, su color es sinónimo de calidez, de allí la idea de realizar todos los elementos lumínicos con este material y así dar vida a un imaginario inspirado en el mundo marino, que puebla las bóvedas del restaurante. Es bastante cerrar los ojos y empezar a imaginar”, apunta Andrea Spada.
El restaurante
Nada más entrar, el restaurante recibe al visitante con una gran barra realizada en cobre, piedra negra y gresite nacarado en tonos cobrizos. Un elemento de unión y separación entre interior y exterior, rodeada por taburetes y con un botellero volado sobre ella, cuya forma en «U» le permite poder ser disfrutada tanto desde dentro como desde fuera. Un poco más adelante, una gran bancada en forma de «L» y tonos rosas ordena una serie de mesas altas de forma elíptica sobre las que cuelga una gran lámpara de múltiples brazos, que hecha de cobre recuerda las formas marinas. Situado bajo cuatro grandes bóvedas, el comedor se distribuye simétricamente, separado por unas vidrieras circulares en distintos tonos de azul, turquesa y ámbar. Con grandes sillones marrones en forma de L y lámparas de pié cuyas formas recuerdan a los corales de los fondos marinos de Mallorca, para las mesas se ha optado por una madera de roble macizo blanqueada, que transmite sensación de naturalidad. Como si del fondo marino se tratase, las lamas de madera de las bóvedas se han pintado de azul, pobladas de grandes lámparas hechas en malla metálica de cobre que simulan ser peces de los que emerge una cálida luz cobriza.
La terraza
En la terraza se ha optado por una mezcla de mesas altas y bajas, que de muy distintos materiales –piedra negra (DEKTON), madera maciza de Iroko, gresite redondo nacarado en tono cobre– confieren dinamismo al espacio. De la marca Vitrogres, el gresite se ha empleado como nexo de unión estético entre dos grandes mesas y la barra interior, realizada en el mismo material; y los taburetes y sillas Randa, de la empresa italiana Debí, han sido diseñados especialmente para este proyecto, en una versión con estructura metálica blanca y acabados en cuerda náutica de color azul. Buscando la singularidad del espacio se ha diseñado una gran mesa alta de madera de Iroko para más de 20 comensales, que de formas sinuosas envuelve unas palmeras ya existentes en el solar, dando lugar a un espacio desenfadado y dinámico que anima a la socialización.
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