Renaixement es el proyecto del arquitecto Miguel Arraiz y el escultor David Moreno que colocó por primera vez en la historia a las Fallas de Valencia en el festival de arte efímero más importante del mundo, el Burning Man. La obra: un ensamble de forma cúbica, compuesto por 25.321 piezas de cartón recubiertas de «pan de oro”, dispuesto sobre una base también de cartón inspirada en la cerámica de Nolla, cuya producción se perdió a finales del Siglo XIX. Realizado con técnicas tradicionales de las Fallas, el diseño reinterpreta las decoraciones grotescas del Mercado de la Seda de Valencia, un edificio del siglo XV declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.
Un cubo de oro en el medio del desierto de Nevada (Estados Unidos) que invita al público a la interacción y a ser parte de la experiencia; un pabellón dorado que fusiona el lenguaje arquitectónico contemporáneo con piezas y moldes tradicionales de las Fallas; que ahonda en el diálogo entre arte tradicional y experimental. Si bien los responsables de la obra son Arraiz y Moreno, el proyecto fue posible gracias a la participación de Pink Intruder, una asociación de artistas con sobrada experiencia en la organización de intervenciones urbanas y la coordinación de este tipo de eventos culturales. Además, Renaixement recibió un aporte económico de parte del Ayuntamiento de Valencia y el Ayuntamiento de Torrent, de donde son oriundos los artistas.
Ambos festivales comparten ciertas características, como la calidad extrema de las intervenciones artísticas y la presencia del fuego como símbolo clave. Aunque todo comenzó cuando Burning Man envió una comitiva a observar la última edición de las Fallas Valencianas, para conocer de primera mano los monumentos falleros y la tradición desplegada en esta fiesta. Y la impresión que se llevaron los veedores del festival fundado por Larry Harvey en 1986 parece haber sido buena, pues Renaixement fue elegido como uno de los siete proyectos de fuera de Estados Unidos becados para participar en la edición 2016 del festival, que se llevó a cabo en Black Rock (un asentamiento en el desierto que deja de existir cuando acaba el evento) entre el 28 de agosto y el 5 de septiembre pasados.
La falta de luz por la noche en el predio propició que el trabajo de iluminación, que asumió la empresa Radiante, pudiera jugar con los contrastes entre luz y oscuridad, con sombras o con proyecciones en el polvo del desierto. Se utilizó luz blanca y movimientos armónicos para simbolizar pureza y humildad. Renaixement fue una lámpara gigante que iluminó una porción del desierto. Una instalación que, junto con el resto de las obras y el rastro de los sesenta mil espectadores, al cabo de una semana desapareció. Burning Man, al igual que la fiesta mayor de Valencia, culmina cuando el fuego arrasa con todo. Sin embargo, para estos embajadores valencianos queda la experiencia artística marcada a fuego y el orgullo de haber dado el primer paso para que las Fallas Valencianas comiencen a ser reconocidas en todo el mundo.