Cuando un tropezón no es caída
Además de haber alcanzado grandes picos en innovación, creatividad y liderazgo, Apple también ha sobrevivido a estruendosas caídas. Al día de hoy, el ordenador Apple III (1980), por ejemplo, sigue siendo fundamentalmente recordado por sus fallas de funcionamiento y por haber sido el destinatario de una absurda nota del departamento técnico que recomendaba elevarlo 5 cm y dejarlo caer, cuando su sistema fallaba. Sin embargo, en sus más de 40 años de trayectoria, este primer fracaso, no ha sido el único gran traspié de la compañía. En esta breve reseña, Experimenta recorre algunos de los productos de Apple que no lograron un feliz recibimiento por parte del mercado y resume los motivos por los que se convirtieron en duras lecciones para la compañía. Sin embargo, muchas veces, esos mismos productos fueron las tecnologías antecesoras fundamentales para el desarrollo de algunos de los tantos éxitos del gigante de la manzana. Porque, a pesar de las dificultades, Apple también supo cómo aprender de sus errores.
Precios sin mercado
En algunas ocasiones, fueron los elevados precios de los productos de la compañía los que les marcaron un techo a sus posibilidades en el mercado. El ambicioso ordenador Lisa (1983), por ejemplo, fue un caso emblemático. Un microcomputador muy innovador para su época, pionero en integrar muchos avances tecnológicos a nivel del hardware y software (como el ratón y la interfaz gráfica de usuario GUI, entre otros), cuyo precio (8.800 euros) lo llevó directamente al fracaso. Pero también el Macintosh portable (1989), antecedente de los Macbook (con pantalla LCD de matriz activa y una rueda de desplazamiento que podía ubicarse a ambos lados del teclado como ratón), que proponía interesantes avances para el mercado, tuvo una vida comercial frustrada por su precio de venta (5.700 euros) y algunas otras disposiciones específicas como su peso y su diseño poco atractivo. Por último, también el excepcionalmente atractivo ordenador G4 Cube (2000), que era en un diminuto cubo (de 20 x 20 x 25 centímetros) envuelto en una carcasa transparente de metacrilato, encontró el fracaso comercial por su costo de 1.500 euros (sin monitor) y el hecho de que muchas unidades tuvieran grietas en las esquinas.
PowerBook 5300 (1995)
Una mención especial merece este primer ordenador portátil basado en Power Pc que para algunos ha significado una gran avance, mientras que otros lo consideran uno de los peores fracasos de Apple. Lo cierto es que el dispositivo, que adquirió gran popularidad al aparecer en varias películas de la época (El día de la independencia o Misión Imposible), fue el primer PowerBook basado en la CPU PowerPC, los mismos procesadores que las Mac utilizarían hasta 2006, cuando Apple cambió a los chips Intel. El producto era un “bomba” para el mercado aunque, tal vez, demasiado literalmente. Un par de ordenadores se encendieron en llamas luego de que sus baterías (hechas por Sony) explotaran, hecho que les valió el cruel apodo de «Hindenbook» (en referencia al trágico incendio del Zeppelin alemán Hindenburg). Sin embargo, cuando este problema estuvo solucionado, Apple recibió también una serie de reclamos referidos a fallos en el sistema “hot swappable” (piezas que se podían intercambiar sin necesidad de apagar el equipo), como partes que no encajaban, se agrietaban con el uso o directamente, jamás llegaron a funcionar. Una de cal y otra de arena para este revolucionario dolor de cabezas.
Fallas del diseño
Algunos de los fracasos de Apple tuvieron su explicación en fallos de diseño, donde, a veces, se pareció perder de vista al usuario. Uno de los más resonados casos fue el del ratón redondo Hockey-puck (1998), el primer mouse USB de Apple (lanzado junto con el iMac G3), que era demasiado pequeño y tendía a rotar durante el uso. Acabó transformándose en una pesadilla imposible de manipular y fue retirado del mercado dos años después. También los iPhone enfrentaron turbulencias cuando quisieron innovar en ciertos diseños. Así, el tan esperado lanzamiento del iPhone 4 (2010) se vio opacado al notarse que su señal resultaba bloqueada por la mano del usuario, cuando se lo sostenía en ciertas posiciones. La compañía recibió una demanda colectiva en los Estados Unidos y el caso se popularizó como «Antennagate». Algo similar a lo que ocurrió tiempo después con el lanzamiento del iPhone 6 (2014) y que dio origen a otra gran polémica conocida como “Bendgate”, cuando muchos usuarios reportaron que los marcos de aluminio del dispositivo se doblaban. A pesar de que este tema se solucionó con unos marcos reforzados, un par de años después, las denuncias sobre la pérdida de capacidad táctil del modelo, llevaron a Apple a enfrentar una nueva demanda colectiva en tribunales.
Iniciativas poco felices I
Por otra parte, algunos de los tropezones de Apple se debieron a su interés por aventurarse en sectores que no eran su especialidad o tecnologías que no tenía suficientemente desarrolladas. La vuelta de Steve Jobs a la compañía, en 1997, marcó el fin de algunas de estas iniciativas poco felices: La Newton MessagePad (1993), computadora de mano con sistema operativo Newton, que no sólo tenía un costoso precio, sino que su principal característica, el reconocimiento de la escritura manuscrita, nunca funcionó correctamente. Recibió una lluvia de críticas y hasta fue destinataria de una reconocida escena en el programa de Los Simpson. El Apple emate (1997), en tanto, fue el único dispositivo con sistema operativo Newton que tenía teclado incluido y un diseño rompedor, pero lamentablemente fue arrastrado por el fracaso de aquel sistema operativo para computadoras de mano. Finalmente, la Quick take camera (1994) fue una de las primeras líneas de cámaras digitales para consumo masivo. Si bien fue producto de acuerdos con destacados fabricantes, como Kodak y Fujifilm, ninguno de sus modelos se vendió demasiado bien, ya que las compañías especializadas en fotografía entraron rápidamente a competir en el mercado digital, dejando a Apple fuera de juego.
Iniciativas poco felices II
Apple tuvo aún más intentos frustrados por ingresar en nuevos sectores, que acabaron con la retirada de los productos del mercado. Entre ellos, podemos citar: el Macintosh TV (1993), un ordenador que incluía un cable adaptador para transformar el monitor en Tv. Sin embargo, prácticamente no había ninguna funcionalidad compartida: no era posible hacer capturas de video entrante o utilizar la TV y el ordenador en simultáneo, por lo cual, su utilidad era prácticamente nula. En tanto, Pippin (1996), si bien se popularizó como la consola de videojuegos, se trataba de un ordenador con funcionalidades multimedia, que nació con la intención de que la firma licenciara la tecnología a terceros. Pero, sólo la japonesa Bandai lo hizo y el dispositivo se convirtió en una alternativa demasiado cara como para competir con PlayStation. Finalmente, la red social musical Ping (2010) fue otra ilusión que duró apenas dos años. El servicio estaba orientado a que los usuarios siguieran a sus artistas preferidos y pudieran ver y compartir publicaciones. Sin embargo, Twitter y Facebook demostraron ser más que suficiente para asumir estas funciones.
Morir y resucitar, un bucle infinito
En sus más de 40 años de historia, Apple ha muerto y resucitado más veces de las que quisiera. Resulta incontable la cantidad de ocasiones en que especialistas en tecnología, analistas o periodistas han establecido la data de defunción de la compañía. Surfeando en Internet hasta es posible toparse con una web que ha llegado a identificar más de 70 oportunidades en las que se ha considerado a la compañía al borde de la extinción (y tan sólo contando desde 1995). Sería difícil hablar de un único secreto de esta aparente inmortalidad pero, en cambio, sí es posible identificar al menos tres elementos fundamentales que le permitieron a la compañía remontar las caídas: la calidad, el diseño y la construcción de un consistente ecosistema de productos y servicios para resolver las demandas de sus usuarios. Una combinación que, a pesar de no haber sido siempre infalible, ha demostrado ser más que eficaz para superar el estigma del bucle infinito de resurrección.