Glocal

En el mundo del diseño, en muchos casos, lo local se confunde con lo global y lo global con lo local. El acceso a diferentes culturas es más fácil tanto para diseñadores como para empresas y con ello se intenta enriquecer los nuevos conceptos. Así, la incorporación del lenguaje local muchas veces trata de ser un valor añadido que diferencia el objeto dentro del vasto mercado.

La aspiradora del mar

Toneladas de plástico en forma de botellas de detergente, envases de comida, latas de bebida, etc. ponen en peligro la vida marina cada día… Es sabido que la mayoría de la basura está compuesta de residuos plásticos, que muchos de ellos son arrojados al mar y que acaban acumulándose en las llamadas islas de plástico. En el Océano Pacífico se encuentra una de las mayores del mundo, con una superficie equivalente a la isla de Cuba.

Con la casa a cuestas

Cuando salimos de casa cada mañana, empezamos a meternos cosas en los bolsillos o en el bolso, que van desde el teléfono móvil hasta un bolígrafo. Cada uno carga con los enseres que considera elementales. La gente se mueve diariamente por la ciudad con un montón de cosas encima y esta movilidad urbana influye inevitablemente sobre el diseño de nuevos objetos.

Echando el lazo

Es muy habitual crear lazos emocionales con los objetos. Algún recuerdo de la infancia, un regalo de unos amigos, o un traje que nos pusimos un día especial. Lo que es más difícil es encontrar un producto que él por sí solo, además de su funcionalidad, nos ofrezca una narrativa que consiga que lo incluyamos en nuestra propia identidad. Así el usuario ya no es un espectador, sino un cómplice.

Diseño para toda la vida

Cuando alguien se gasta mucho dinero en comprar una cámara de fotos, en un coche, o en un frigorífico es muy típico escucharle decir “me tiene que durar toda la vida”. Se ve mucho más acentuado cuando se trata de una vivienda, porque un piso sí que es algo que se suele comprar para toda la vida (y más teniendo en cuenta de que muchas veces las hipotecas son infinitas).