La columna de Luis Montero: La cárcel del pensamiento.
En el tiempo que la bala tardó en recorrer el espacio que había entre su paladar y el hipotálamo, al Doctor Mathías Leibniz no se le representaron los supuestos mejores momentos de su vida, como afirma la leyenda urbana. No tuvo una proyección de ningún episodio familiar. Ni el primer beso. Ni su boda con Julio Descartes. Ni el posterior divorcio.