“Me hice alférez provisional en Pamplona, salí el primero entre trescientos tíos como castillos. Pero cuando un madrileño pone todo su espíritu en algo llega al número uno” (Giménez Caballero, 1979)
I
El madrileño Ernesto Giménez Caballero fue uno de los personajes más singulares de la cultura española. Escritor inclinado surrealista, promotor de las vanguardias e impulsor del fascismo, fue un intelectual que dejó fama de extravagante y desequilibrado allí por donde pasó. En 1927, en plena Dictadura de Primo de Rivera, fundó La Gaceta Literaria, una revista que se convertiría en la plataforma más importante de la vanguardia española y de la generación del 27.
De sus muchos méritos, cabe señalar el hecho (poco común) de haber sido el único español en firmar un artículo en la Bauhaus Zeitschrift, la revista que publicó la escuela fundada por Gropius entre 1926 y 1931. Además, abrió una sala de exposiciones, La Galería, donde se mostraron algunos de los muebles diseñados por miembros de la Bauhaus, creó un cineclub donde se proyectaron películas de Buñuel y Eisenstein, y realizó algunos cortometrajes; uno de ellos, Esencia de verbena, era una suerte de versión castiza de la gran película de Walter Ruttmann Berlín, die Sinfonie der Großstadt.
En abril de 1928, la Gaceta Literaria dedicó su número 32 a la nueva arquitectura. Los contenidos fueron responsabilidad del (joven) arquitecto Fernando García Mercadal quien dio una relevancia destacada al racionalismo de aquel momento, “nuevo arte en el mundo”, como titulaba la publicación en su primera pagina. La revista contó para la ocasión con unas palabras de presentación de Ortega y Gasset, memorables, pero carentes de interés:
“Todo parece dispuesto para que el planeta dé un rebrote arquitectónico. Las demás artes se van apagando por lo que tienen de interiores y minoritarias. Triunfa el hombre medio. Pero a este hombre medio se le ha despertado, no se sabe cómo, súbitamente, una fina sensibilidad para la pura forma y el puro color que son lo contrario de la forma y color anejos a las cosas y siempre impuros […] La arquitectura, como arte, supone siempre que el hombre abandona su habitáculo y al verlo desde fuera se avergüenza de él. La arquitectura que construye el interior es paradójicamente el arte exterior por excelencia. Nuestra época es esto, la evasión hacia la exterioridad (Ortega y Gasset, 1928).
En ese número se publicaron artículos, entre otros, de Theo van Doesburg , Ludwig Mies van der Rohe, Bruno Taud o Le Corbusier. Adolf Behne escribió sobre El Bauhaus de Dessau (en masculino, como era entonces costumbre) para señalar el carácter innovador de aquella institución:
“No se comprometerán aquí a formar especialistas que satisfagan luego los apetitos voluptuarios de la sociedad burguesa, sino hombres que sabrán ponerse al servicio de las necesidades de nuestra época. Y así es como se yergue fuera de la vieja ciudad pintoresca, en una asentímentalidad caracterizada, sobre un terreno nuevo, el Bauhaus de Walter Gropius, de una construcción severa y simple, completamente adaptado a su destino, gran laboratorio de gigantescos planos encristalados, dedicado al culto del Trabajo” (Behne, 1928, 5).
Como era habitual en aquellos tiempos, los artículos se inclinaban por una expresión melancólica que impide sacar conclusiones prácticas sobre los temas que trataban. Quizá, la excepción en aquel panorama de emotividad lírica fue el texto de Le Corbusier que se limitaba a describir las cualidades de la vivienda moderna y a dar algunos consejos prácticos a sus usuarios: “No os mudéis en vuestro dormitorio. Es poco apropiado y crea un desorden lamentable” (Le Corbusier, 1928, 1).
II
Sin duda, los mejores años de la revista fueron los dos primeros, cuando la diversidad de sus colaboradores era tal que representaba un verdadero estímulo para quienes, en mayor o menor medida, estaban interesados por las innovaciones artísticas y literarias que tenían lugar en España y fuera de ella. Sin embargo, a partir de 1929, la publicación inició un periodo de relativa decadencia cuando Giménez Caballero se hizo fascista como quien se queda calvo, que no se da cuenta hasta que ha pasado tiempo y ya no tiene remedio. Para esa conversión al fascismo, que le llevaría a ser uno de los primeros miembros de Falange Española, Giménez Caballero consideraba esencial la influencia de su esposa, la florentina Edith Sironi. En consecuencia, en febrero de 1929 publicó en La Gaceta una Carta a un compañero de la joven España, como prólogo a una traducción de textos de Curzio Malaparte y que puede considerarse como el primer manifiesto del fascismo en España (Giménez Caballero, 1929a, 1). Su devoción por la Italia de Mussolini, que coincide con el final de la Dictadura, hizo imposible que La Gaceta pudiera mantener la pluralidad ideológica que tuvo en sus primeros años. Para que la revista pudiera sobrevivir pasó a depender del banquero Ignacio Bauer que impuso como director al intrigante monárquico Sainz Rodríguez (Giménez Caballero, 1979, 72).
Su condición de activista político no impidió, sin embargo, que meses más tarde publicara en la revista Bauhaus, un breve artículo con el título Lob des Plakates (Elogio del cartel). En 1927, Giménez Caballero había publicado una serie de Carteles literarios, firmados con el seudónimo Gecé, sobre distintos escritores españoles, unas composiciones a medio camino entre el collage y el poema visual al modo de Marinetti que aparecieron en un libro editado por Espasa Calpe. En Lob des Plakates hacía una encendida defensa de ese “arte industrial” que llenaba los muros de las ciudades incitando a una continua ensoñación en un estilo nada prosaico:
“Los llamativos, embriagadores y enormes anuncios de Julius Klinger, pegados en alguna pared de los suburbios de Viena, anunciando perfume, despiertan de inmediato todo un mundo de lujuria, de vanidad, de locura y de fervor […] la locomotora de Cassandre nos invita a soñar, a añorar la evasión, a revolucionar nuestras emociones” (Giménez Caballero, 1929b, 8).
III
Tras el golpe de Estado de 1936, Giménez Caballero huyó de Madrid y encontró cobijo en el cuartel general de los sublevados en Salamanca. Allí, su incoherente trayectoria personal no impresionó a nadie, por mucho que insistiera en haber impulsado el fascismo en España. Pero su perseverancia en el halago a Franco fue tal que le mantuvo libre de las tensiones entre las distintas facciones de Falange. Franco lo puso junto a Millán Astray (otro personaje atrabiliario) para dirigir la propaganda del nuevo régimen en su primer Año Triunfal.
Terminada la guerra, sus iniciativas políticas siguieron mostrando una desbordante imaginación digna del mejor dadaísmo. Hacia 1941 no se le ocurrió otra cosa que sugerir a los dirigentes alemanes (por medio de Magda Goebbels) el matrimonio entre Adolf Hitler y Pilar Primo de Rivera para unir, como en el siglo XVI, el imperio español con el imperio alemán. Desgraciadamente, tal prodigio no fue posible porque el Führer había sufrido una herida durante la Primera Guerra Mundial que “le impedía tener descendencia” (Giménez Caballero, 1977). La hermana del fundador de la Falange años después que aquello no era otra cosa que una chaladura más de Giménez Caballero, aderezada con detalles propios de su desvarío surrealista. (Radio Nacional de España, 2020)
En 1968 se celebraron en España, aunque de manera modesta, una serie de actos con motivo del cincuenta aniversario de la Bauhaus que tendría lugar al año siguiente. Tales iniciativas eran una réplica a la gran exposición inaugurada por el mismo motivo en Stuttgart y cuyo catálogo se público en inglés, alemán y español gracias a que la muestra pudo verse en Buenos Aires. En los actos que tuvieron lugar en Madrid, nadie esperaba a Giménez Caballero para hablar de la Bauhaus. Su trayectoria al servicio de la patria había sido premiada con el nombramiento como embajador en un lugar tan estratégico como Asunción (Paraguay) donde trabó relación con el general Stroessner (Hervás, 2021, 71). En sus últimos años, ante los elogios a su trayectoria intelectual por parte de Alfonso Guerra, no dudo en mostrarse lisonjero con el gobierno socialista (Radio Nacional de España, 2020) .
Referencias
Giménez Caballero, Ernesto (1927) Carteles. Madrid, Espasa Calpe.
Giménez Caballero, Ernesto, ed. (1928) La Gaceta Literaria 32. Madrid, 15 de abril de 1928.
Giménez Caballero, Ernesto (1929a) “Carta a un compañero de la joven España”, en La Gaceta Literaria 52. Madrid, 15 de febrero de 1929.
Giménez Caballero, Ernesto (1929b) “Lob des Plakates”, en Bauhaus III. 3. Dessau, 1929.
Giménez Caballero, Ernesto (1930) Esencia de verbena, cortometraje, disponible en RTVE Play.
Giménez Caballero, Ernesto (1977) Entrevista con Joaquín Soler Serrano en A fondo, 31 de julio de 1977.
Giménez Caballero, Ernesto (1979) Memorias de un dictador. Barcelona, Planeta.
Giménez Caballero, Ernesto (1994) Carteles literarios de Gecé. Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
Hervás, Josenia (2021) “Un madrileño en la revista Bauhaus. Los carteles de GECÉ”, en Archivo Español del Arte, XCIV, 373.
Hurtado, Eva (2020) “Bauhaus en red. Resonancias Bauhaus en España a través de las publicaciones periódicas especializadas” en Rita, Revista Indexada de Textos Académicos. Madrid, mayo de 2020.
Ortega y Gasset, José (1928) “Rebrote arquitectónico”, en La Gaceta Literaria. Madrid, de abril de 1928.
Radio Nacional de España (2020) La vanguardia y el franquismo extravagante de Giménez Caballero. Documentos RNE.
Villanueva, María y García-Diego, Hector (2022) “La huella seminal de la Bauhaus: artículos sobre mobiliario e interior de los directores, profesores y alumnos de la Bauhaus en las revistas españolas 1918-36”, en Res Mobilis. Vol. 12, 15. Universidad de Oviedo.