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La columna de Eugenio Vega: No more Learning from Las Vegas

La columna de Joan Costa en Experimenta

La columna de Joan Costa en Experimenta

“Los arquitectos han perdido la costumbre de mirar a su alrededor sin hacer juicios de valor, convencidos de que la arquitectura moderna es progresista, cuando no revolucionaria, utópica y purista […] La arquitectura moderna ha sido cualquier cosa menos tolerante: los arquitectos han preferido cambiar el entorno en lugar de mejorarlo” (Robert  Venturi y Denise Scott Brown, 1972). 

I

No more learning from Las Vegas es un artículo publicado por el alemán Werner Sewing en 2002 y que dio título a una recopilación de ensayos y entrevistas recopilados tras su fallecimiento. Sewing señalaba las insuficiencias de las teorías posmodernas que Robert Venturi y Denise Scott Brown habían popularizado en uno de los libros más conocidos sobre la arquitectura de su tiempo.

Como es sabido, la aparición de Learning from Las Vegas (1972) causó un gran revuelo por su énfasis en el “olvidado simbolismo de la forma arquitectónica” que había caracterizado al Movimiento Moderno. En consecuencia, el libro quedó asociado a las tendencias posmodernas que comenzaron a ponerse de moda en los años setenta. Poco después, Charles Jencks publicó The Language of Postmodern Architecture, una revisión ilustrada de aquellas ideas en la que se insistía, con mayor vehemencia, sobre las consecuencias negativas de la ausencia de significado en la arquitectura moderna (Jencks, 1981, 9).

Antes de la aparición del libro de Venturi y Scott Brown no se tenía a Las Vegas por una ciudad como Dios manda. En realidad, era considerada una sucesión de parkings y fachadas llamativas detrás de las que se escondían (como en un escenario teatral) casinos, hoteles e, incluso, iglesias de distintas confesiones. En sus calles, por llamarlas de algún modo, reinaba el vicio y escaseaba el recato.

Un grupo de estudiantes de la Universidad de Yale dirigido por Venturi y Scott Brown estudió varios aspectos de la ciudad, incluyendo la gráfica de los comercios, la iluminación y el simbolismo de su arquitectura. Recopilaron los signos y símbolos que encontraron en sus inmensas avenidas, repletas de rótulos y carentes de edificios en el sentido tradicional de la palabra. Para Sewin, el programa experimental de Venturi y Scott Brown permitió que la cultura popular y las tradiciones académicas (Las Vegas y Borromini, por decirlo de otro modo) se pusieran a un mismo nivel (Sewin, 2002, 12). El resultado fue una crítica a la arquitectura moderna que no gustó a todo el mundo y que afectó a la carrera profesional de sus impulsores (Sewing, 2002, 13).

La ciudad de Las Vegas en enero de 1964. Fotografía de Bernard Gotfryd. US Library of Congress.

II

Según los especialistas (Julier, 2022), el diseño tiene la capacidad de señalar aquello que puede ser de interés para los intereses económicos en un futuro cercano. Las teorías arquitectónicas, que suelen diferir en lo que se refiere al lenguaje formal y a sus valores simbólicos, no son tan distintas en cuanto a sus objetivos por lo que raramente ponen en duda el crecimiento del sistema económico. Como recordaba Werner Sewing, “los expertos coinciden en la ecología y la sostenibilidad, quizá porque son conceptos difusos y de muy libre interpretación” (Sewing, 2002, 7).  

En Madrid DF, un libro aparecido hace unos días, Fernando Caballero explica “por qué Madrid debe consolidarse como la gran ciudad del sur de Europa” en ese futuro que nadie sabe cómo va a ser. La ventaja de Madrid, en opinión de Caballero, es que, aunque no tiene playa (y cada vez menos monte) tiene suelo donde se puede construir cualquier cosa para alojar a diez millones de personas. Por decirlo de otro modo, “Madrid es adicta al suelo” (Caballero, 2024, 35) como mucha gente es adicta a sustancias que perjudican su salud. La inversión por parte de las grandes fortunas latinoamericanas (que ven Madrid como un lugar más seguro) está teniendo consecuencias inevitables en el sector inmobiliario que alcanza precios desorbitados a pesar de la continua construcción de nuevas viviendas (Torres, 2024).

Es sabido que Barcelona puso la ciudad patas arriba tras la concesión de los Juegos Olímpicos y que, a partir de 2015, el gobierno municipal intentó enmendar lo que consideraba una política equivocada basada en el crecimiento. Pero, como en otros sitios, en 2023, por muy variadas razones que no caben en estas líneas, “el partido inmobiliario terminó ganando las elecciones” (Caballero, 2024, 131).

El autor de Madrid DF describe las “grandes maravillas” de la capital del Reino y hace, al igual que Venturi y Scott Brown (pero con menos sutileza), referencias a los aspectos simbólicos que caracterizan la ciudad. Como es sabido, los arquitectos y diseñadores ocupan bastante tiempo en elaborar teorías para convencer a la gente de que determinados símbolos, que poco hacen por mejorar la vida ciudadana, contribuyen al “prestigio” de una ciudad para ocupar un lugar en el entorno internacional. Si Venturi y Scott Brown ponían el énfasis en la escenografía de Las Vegas frente a la carencia de significados de la modernidad, los defensores de Madrid DF explican sus ideas de una forma menos rebuscada. Las referencias simbólicas de Madrid no son, por tanto, demasiado sutiles: 

“La imagen que el mundo tiene de Madrid no es la de un monumento […] es el escudo de un equipo de fútbol. Hasta ese punto llega su abstracción. Su edificio más famoso y uno de los museos más visitados es el recientemente renovado Santiago Bernabéu” (Caballero, 2024, 68). 

Este recinto deportivo quiere ser un centro para conciertos, celebraciones y actos privados que genere tantos o más ingresos que la asistencia a los partidos o los derechos de televisión. La administración municipal, incluso durante el periodo de Manuela Carmena, apenas puso inconvenientes a las medidas urbanísticas que han contribuido a su reforma (Ayuntamiento de Madrid, 2019).

Santiago Bernabéu comprueba su peso en una báscula en el Museo de la Ciencia durante su visita a Eindhoven con motivo de un partido de Copa de Europa en 1971. Fotografía de autor desconocido. Nationaal Archief

III

En palabras de Caballero, “la nueva piel de acero del estadio […] pese a las críticas de los vecinos, es el símbolo de la imagen renovada y global de la ciudad, la plataforma perfecta” (Caballero, 2024, 68). 

Pero, las “críticas de los vecinos” no son un asunto menor, a pesar de que el autor pase por ellas sin dedicarles ni una línea. Las quejas se hicieron más intensas cuando a las molestias por la ampliación del estadio se unieron las provocadas por los conciertos que tuvieron lugar varios días de la semana desde mayo de 2024. Con las dos actuaciones de Taylor Swift dio comienzo uno de los episodios más penosos de la vida urbana en la capital del Reino. Los vecinos que vivían cerca del estadio soportaron una situación excepcional, con ruido durante la noche y el día, con vibraciones que impedían, no solo el descanso, sino incluso el trabajo. Las iniciativas para denunciar esta situación se toparon con la negativa de algunos prestigiosos despachos de abogados que no querían enfrentarse al Real Madrid. A pesar de todo, la magistrada del Juzgado de Instrucción correspondiente admitió a trámite la querella presentada contra la sociedad Real Madrid Estadio por un presunto delito contra el medio ambiente (Marín, 2024).

En una reunión con los vecinos con el fin de rebajar la tensión, un empleado del club, Emilio Butragueño, justificó los desmanes de la institución deportiva por razones puramente económicas: necesitaban mucho más dinero para contratar jugadores y mantener su posición en Europa y contribuir a que Madrid ocupe una posición entre las ciudades globales. Olvidaba Butragueño que la UEFA, una institución que raramente suele considerarse ejemplar, prohíbe el dopaje económico que supone recibir ayudas públicas como las que el club ha obtenido para reformar el estadio (Marín, 2024).

El propio alcalde, convencido de que la ciudad es un símbolo en torno a once pares de botas, medió entre ambas partes con tan escasa fortuna que para los vecinos (según dijeron a los medios), más parecía un agente comercial de la entidad deportiva que un representante de los ciudadanos (Peiró, 2024). Pero la protesta vecinal no ha sido en balde. El Real Madrid ha suspendido los conciertos hasta el mes de marzo y cree que, de aquí a esa fecha, podrá insonorizar el estadio, algo que los expertos no consideran nada fácil (Rodríguez, 2024).

Como puede verse, Madrid DF no solo es adicto al suelo, también lo es al deporte. No en vano, es la única ciudad del mundo que ha presentado su candidatura para organizar los juegos olímpicos cuatro veces y ha encajado cuatro derrotas entre 1966 y 2013. Algo similar parece que pueda suceder con la Formula 1. Que se celebre una prueba automovilista de esa naturaleza es el sueño de cualquier persona de orden. Pero parece (para nuestra desgracia) que la administración regional no encuentra un socio privado que ponga dinero, cuando se esperaba que a ese panal de rica miel diez mil moscas acudirían.

Una nave interestelar en la calle Concha Espina. Obras de remodelación en el estadio Santiago Bernabéu a mediados de 2023. Fotografía de Luís García (CC BY-SA 4.0).

IV

Quiera Dios que esta inclinación de la capital del Reino por las expresiones simbólicas (más o menos ruidosas, más o menos molestas) propicie la recuperación de la arquitectura posmoderna en su versión más estridente. Si la bandera de la Comunidad tiene siete estrellas, el edificio de Disney diseñado por Michael Graves tiene a los siete protagonistas de Blancanieves haciendo de columnas. Sitio hay para hacer algo tan extravagante sin grandes problemas. Si algo produce Madrid es suelo urbanizable.

El Eisner Building, diseñado por Michael Graves para Disney en 1990. Fotografía de Dravic, 2018 (CC BY-SA 4.0).

Referencias

Ayuntamiento de Madrid (2019) Carmena reivindica el urbanismo de consenso en la presentación del nuevo Santiago Bernabéu. Nota de prensa, 2 de abril de 2019.

Caballero, Fernando (2024) Madrid DF. Por qué Madrid debe consolidarse como la gran ciudad global del sur de Europa. Barcelona, Arpa.

Jencks, Charles (1977) The Language of Postmodern Architecture. Nueva York, Rizzoli.

Marín, Kike (2024) “Los vecinos del Bernabéu mandan a Florentino con la música a otra parte a un mes de la asamblea”, en El Confidencial, 19 de septiembre de 2024.

Peinado, Fernando (2024) “Butragueño no apacigua a los vecinos del Bernabéu en una primera reunión tras dos años de crisis”, en El País, 28 de junio de 2024.

Peiró, Patricia (2024) “Almeida llega a un acuerdo para adelantar los conciertos del Bernabéu y los vecinos lo tildan de parche”, en El País, 23 de julio de 2024.

Rodríguez, Jaime (2024) “El Real Madrid suspende los conciertos en el Bernabéu hasta mejorar su insonorización”, en El Mundo, 13 de septiembre de 2024.

Sewing, Werner (2003) Bildregie. Architektur zwischen Retrodesign und Eventkultur. Basilea, Birkhäuser.

Sewing, Werner (2016) No more learning from Las Vegas. Leipzig, Spector. Edición a cargo de Florian Dreher y Christine Hannemann.

Torres, David (2024) “Madrid es un Bilbao más grande”, en Público, 7 de octubre de 2024.

Venturi, Robert; Denise Scott Brown y Steven Izenour (1972) Learning from Las Vegas: the Forgotten Symbolism of Architectural Form. Cambridge, MIT Press.

Venturi, Robert y Denise Scott Brown (1968) A Significance of A&P Parking Lots, or Learning from Las Vegas. School of Art and Architecture. Yale University.

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